Egresada de la licenciatura en Pedagogía por la FES Aragón, diseñadora gráfica e industrial empírica de vocación, fotógrafa independiente (tan independiente que sus fotografías provienen de cámaras prestadas), ruidosa de nacimiento, simple de humor y aprendiz de la vida por accidente. Entre otras cosas es leal, indisciplinada, inquieta, voluntariosa, amistosa, sencilla y creyente ferviente del amor.
¿Las personas cambian? Quizá. Lo que sí es que maduran. Ella lo sabe porque le pasó.
Describir su transformación es equivalente a realizar una biografía no autorizada. Lo que cabe en estas líneas es decir que llegó a la Montaña como voluntaria en septiembre de 2009 cargada de bolsas y maletas como si ya no fuera a bajar de ella nunca más... y así le pasó.
En ese septiembre cumplió un año más de vida: 24. A esa edad ella seguía comportándose como buena hija única que es y como la mayoría sabe que se comporta una hija única. Ahora en 2011 cumplirá 26 de edad y dos años de cambios radicales de vida que la han hecho crecer y mejorar.
Ella no regresó a su casa por seguir su sueño de amor y porque hasta ahora vive enamorada de todo lo que la rodea: encontró el amor, encontró la libertad, se encontró con una vida que la esperaba.
Compartimos el mismo cuarto, compartimos nuestras cosas, al principio de todo esto no la soportaba, y nos lastimamos como niñas en muchas ocasiones; no sabía que la vida nos haría cómplices. No sabía que la extrañaría tanto como se extraña a la familia cuando uno está lejos. Ella me enseñó a bailar.
Es mi amiga.
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